martes, 13 de septiembre de 2011

El debate de nuestro tiempo


La historia es fluida y las canas demuestran que los años no pasan en balde. Especialmente a la izquierda que desde hace veinte años ha perdido el norte. La primera etapa de ese extravío la dio la socialdemocracia alemana cuando aceptó coexistir con el capitalismo. Fue en los años 50 en el Congreso de Bad Godesberg. Aquellas aguas trajeron otros muchos locos. En realidad, desde principios del siglo XX un sector del socialismo, influenciado por el gran capital, generó la rama “Fabiana”. El nombrecito venía a cuento de Quintus Fabius Máximos, alias “Cuntactor” que hizo creer durante más de un año a Aníbal que al final pactaría con los romanos, tiempo que estos aprovecharon para armarse y derrotarlo. La idea de los socialistas fabianos era coexistir con el capitalismo para derrotarlo. En realidad, el capitalismo se los tragó.


Llegaron los últimos años 80 y con ellos cayó el Muro de Berlín, se instaló el “pensamiento único” y Francis Fukuyama decretó el “fin de la historia”: los pueblos felices no tienen historia, por tanto al ser derrotado el comunismo e implantarse la democracia planetaria, a partir de ese momento, la historia desaparecería. No fue así, de hecho, la historia se aceleró, apareció la globalización y la izquierda ya no entendió nada.



En los años 90, la protesta contra la globalización la lideró la izquierda radical. Pero les faltaba base: en realidad, ellos habían sido “internacionalistas” y, por tanto no veían con malos ojos que las fronteras saltaran. Si primero, los antisistema se llamaron “antiglobalizadores” (ATTAC, especialmente) luego optaron por definirse como “altermundialistas”. Ignacio Ramonet lo expresó en sus editoriales en Le Monde Diplomatique: “Queremos otra globalización”. Y esa otra globalización imposible los pulverizó. 


Porque si el modelo originario de globalización era, como podía preverse y como algunos denunciamos hace más de veinte años, inviable, el añadir una pizca de “políticas sociales” orientadas solamente hacia el tercer mundo era suida. De esa “otra globalización” surgió el “papeles para todos”. 


Y llegamos a 2011 con la crisis más grande que jamás hayan vivido período alguno de la humanidad. Nuestros “altermundialistas” no entienden que está pasando y nuestros socialdemócratas lo entienden aún menos: los primeros se preguntan por qué cada vez que se abolen fronteras las cosas van a peor, si un mundo feliz sería un mundo sin fronteras. Y en cuanto a los socialistas, su preocupación estriba en que aceptaron el capitalismo en los 50 para imprimirle políticas sociales pero, una vez en el poder y una vez desatada la crisis, la única política que han sido capaces de aplicar ha sido la de salvar a la banca. Eso les ha arrojado al basurero electoral.


La globalización es hoy más imposible que nunca y nunca fue deseable salvo para un solo y único beneficiario, el gran capital financiero internacional que podía migrar de un país a otro, apretando simplemente el Enter del ordenador, en busca de mejores beneficios. Eso era evidente desde el principio que daría inestabilidad al sistema mundial. Pero los grandes cerebros de la economía nos dijeron que era la mejor opción… Luego todos los países firmaron el Acuerdo sobre Aranceles… esto es, el acuerdo para liquidar progresivamente aranceles. Más tarde, dado que producir en Marruecos era más barato que hacerlo en España, las industrias textiles migraron a Marruecos cuyo salario base eran 300 dólares/mes. Total, los productos llegaban a Europa más baratos ya que no había que pagar aranceles…


El problema fue que en China el salario de un obrero es de 150 dólares/mes, así que las industrias tomaron el camino de oriente y este país se convirtió en la gran factoría mundial. Pero, claro, ahora se da una nueva circunstancia: en Vietnam el salario medio es de 75 euros/mes lo que está induciendo a muchas industrias a trasladarse a ese país, generando en China un paro creciente y un descontento social que, antes o después, estallará. Y todavía queda, de aquí a un par de décadas, el que estas industrias re-deslocalizadas se instalen en el África Negra en donde los negritos cobran 35 euros/mes y el que maneja el látigo apenas el doble… Y luego la clase política europea, compuesta por giliflautas y pobres aprovechados, ignorantes sin sentido común, todavía habla de “recuperar competitividad”… ¿con quién? ¿con China? ¿con Vietnam? ¿con Marruecos? ¿deben los salarios europeos alcanzar estos niveles de pauperización para ser “competitivo”? Pues en la lógica de la globalización, sí.


Partidos de derechas y de izquierdas, medios de comunicación, grupos de opinión, todos ellos han aceptado sin rechistar bien “otra globalización” o bien la globalización en sí. Y ahora permanecen perdidos en el marasmo de la economía mundial. La derecha ensoberbecida cree que podrá salvar los muebles reduciendo prestaciones sociales y que al bajar impuestos se dinamizará la economía… ¿qué economía? No, desde luego, la productiva que no deja de disminuir (en 2010, España contrajo un 5% su capacidad industrial). En la izquierda ya no hay esperanza.


Y es entonces cuando algunas mentes relativamente lúcidas de la izquierda (ver Frédéric Lordon, Le Monde Diplomatique, septiembre, págs.. 1-6 y 7) empiezan a plantearse si no será mejor restablecer aranceles, reconstruir el poder de los Estados Nacionales, recrear fronteras y, solo les queda, en el colmo de la renuncia ideológica, defender identidades. Pues claro que ese es el camino, gilipollas, eso algunos lo sabíamos desde hace 20 años y lo habíamos escrito. Es muy presuntuoso citarse, por eso prefiero citar a Laureano Luna y a su libro “La alternativa a la mundialización” (que todavía puede pedirse a Ediciones Barbarroja), un libro que la progresía debió leer hace 20 años para culturizarse y evitar que desde el punto de vista doctrinal, para ella, fueran 20 años de ridículo y vergüenza.


En el momento actual, el gran debate de nuestro tiempo no es “globalización SI – globalización NO” (la crisis la ha enterrado completamente), sino “Globalización o Nación”. Poco importa que en España esta izquierda inane y esquelética, tanto la del PSOE como la del 15-M no haya advertido cuáles son los términos del debate y siga con sus “papeles para todos” y sus tópicos altermundialistas (ese debate ya ha sido abordado por otras izquierdas europeas)… lo que importa es que frente a la globalización está la Nación y las federaciones de Estados Nacionales para generar bloques económicos homogéneos capaces de subsistir ante los retos del siglo XXI que, no lo olvidemos, será el siglo de las identidades nacionales elevadas sobre el detritus mundialista, altermundialista y globalizador.


© Ernesto Milà – Infokrisis – http://www.info-krisis.blogspot.comhttp://infokrisis.blogia.comInfokrisis@yahoo.es -  Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen.