lunes, 18 de noviembre de 2013

El gran fraude de Estrasburgo


Strasburgo hace dos semanas dio a Mariano Rajoy la que probablemente ha sido su única satisfacción en 2013. Vale la pena hacer la génesis de todo este problema y recordar algunos de los puntos esenciales del acontecimiento en los que Rajoy no queda, desde luego muy bien parado. Digamos, en principio, que desde que se inició este reiterativo tema del “proceso de paz” las cosas son incomprensibles para la opinión pública. Veamos algunos de los misterios acumulados hasta ahora:

1) ¿Cómo era posible que desde 2002 las detenciones de miembros de ETA se hicieran habituales en células que incluso no habían entrado en acción y estaban todavía en proceso de formación?


2) ¿Cómo era posible que lasa detenciones solamente afectaban a un sector de ETA, el de los oponentes a “Josu Ternera” y, de paso, cómo era posible que, desde 2002 (cuando abandonó su puesto de diputado autonómico y volvió a entrar en la clandestinidad), el único miembro de la dirección de ETA que no había sido detenido era, precisamente, “Josu Ternera?

3) ¿Qué elemento dio al malhadado presidente José Luis Rodríguez Zapatero la seguridad casi teológica de que el “proceso de paz” llegaría a buen puerto? ¿En qué se basaba para arrojarse a tumba abierta a un proceso con el que quería pasar a la historia como “el pacificador”? ¿Simplemente en su “optimismo antropológico, o es que disponía de datos que no se hicieron públicos?

4) ¿Por qué el proceso de paz de interrumpió tras el atentado a la T-4 en el aeropuerto de Madrid y no se interrumpió cuando se detectaron movimientos de militantes de ETA, robos de armas, etc.? ¿Fue solamente por los dos muertos accidentales?

5) ¿Cómo fue posible que ETA reanudara las conversaciones de paz con Zapatero justo cuando éste ya estaba desahuciado en todas las encuestas y desde 2009 a ningún analista se le escapaba  que sería Rajoy quien le sustituiría?

6) Y finalmente, ¿a qué viene esa rapidez en aplicar la sentencia del Tribunal de Strasburgo?

Son seis preguntas que la lógica, el sentido común y las hemerotecas contribuyen a explicar con una facilidad pasmosa y a partir de las cuales es posible elaborar una hipótesis de trabajo que puede resumirse así: el proceso de paz ya está cerrado y solamente falta aplicarlo y se basa en la “integración” de ETA en las instituciones a cambio de la puesta en libertad de los presos. Todo lo que estamos viendo desde hace diez años es una comedia escenificada por las partes que entran en juego en el drama: algunos mandos policiales de la lucha antiterrorista, Josu Ternera, Zapatero, Rajoy, y en el que solamente se han excluido a las víctimas del terrorismo y a quienes creemos que la acción de ETA en los último 38 años no es sino la acción de unos psicópatas, asesinos en serie.

En esta ocasión, como siempre, la verdad está ante nuestros ojos, accesible solamente si tenemos el valor para mirarla de cerca y eludir los datos superfluos interpolados, las pistas falsas, la retórica de comunicadores y tertulianos, y nos ceñimos solamente a los hechos desnudos en su absoluta, terrible y dramática simplicidad.

Veamos las respuestas:

1) ¿Cómo era posible que desde 2002 las detenciones de miembros de ETA se hicieran habituales en células que incluso no habían entrado en acción y estaban todavía en proceso de formación? Evidente, había un “topo” dentro de ETA, un topo intocable para los etarras y presentado por los medios de comunicación como el jefe indiscutible de la banda, lo que contribuía a hacerle todavía más odioso ante la opinión pública y a aumentar su crédito dentro de la organización terrorista. Las detenciones de etarras eran demasiado continuas, demasiado limpias, demasiado casuales, y lo peor es que la mayor parte de ETA no reaccionó a lo que era evidente: que estaba siendo traicionada desde dentro. Quien lo hizo, “Txeroki”, optó por crear una estructura paralela partiendo de cero y completamente al margen del resto de la organización. Prueba inequívoca de que algún miembro de ETA empezó a sospechar que alguien les estaba traicionando.

2) ¿Cómo era posible que lasa detenciones solamente afectaban a un sector de ETA, el de los oponentes a “Josu Ternera” y, de paso, cómo era posible que, desde 2002 (cuando abandonó su puesto de diputado autonómico y volvió a entrar en la clandestinidad), el único miembro de la dirección de ETA que no había sido detenido era, precisamente, “Josu Ternera? Evidente, si desde su entrada en clandestinidad en 2002 hasta nuestros días, solamente hay un miembro de la dirección de ETA que no ha sido detenido… es evidente que el “topo” es precisamente él. Se llegó, incluso, en el Caso Faisán a que los propios “investigadores” advirtieron a los etarras de que se iba a producir una redada. ¿Por qué? Por que los etarras advertidos pertenecían al círculo íntimo de Josu Ternera.

3) ¿Qué elemento dio al malhadado presidente José Luis Rodríguez Zapatero la seguridad casi teológica de que el “proceso de paz” llegaría a buen puerto? ¿En qué se basaba para arrojarse a tumba abierta a un proceso con el que quería pasar a la historia como “el pacificador”? ¿Simplemente en su “optimismo antropológico, o es que disponía de datos que no se hicieron públicos? Evidente: porque los asesores de la “lucha antiterrorista” habían informado a Zapatero de que el “líder de ETA” estaba a favor del proceso de paz y había prestado hasta ese momento colaboraciones suficientes como para creer en su palabra. Si se examina la prensa de la época, solamente había dos posibilidades para justificar el optimismo de Zapatero, o bien era completamente imbécil, o bien tenía información privilegiada sobre el interior de ETA (y esta solamente podía ser la seguridad dada por su jefe de que se llegaría a un acuerdo). Dicho de otra forma: lo que Ternera proponía era: UN ACUERDO A CAMBIO DE SU SEGURIDAD (acuerdo que se ha cumplido a rajatabla) y probablemente de la policía no insistiría mucho en quién se quedaba con el “tesoro de guerra” de ETA, cuestión clave y que habitualmente se olvida: una organización que durante décadas se ha dedicado al racket, a los secuestros, a tráficos de todo tipo, ha almacenado tal cantidad de fondos cuyo control final es fundamental para determinar la desembocadura de un “proceso de paz”.

4) ¿Por qué el proceso de paz de interrumpió tras el atentado a la T-4 en el aeropuerto de Madrid y no se interrumpió cuando se detectaron movimientos de militantes de ETA, robos de armas, etc.? ¿Fue solamente por los dos muertos accidentales? Evidente: porque la correlación de fuerzas en el interior de ETA, demostró que Josu Ternera había perdido la preeminencia y que quien estaba dirigiendo la banda terrorista era, simplemente, Txeroki, un irreductible con el que era imposible negociar. A partir de ahí era necesario interrumpir el “proceso de paz” hasta que no se restableciera la normalidad, esto es hasta que Txeroki fuera detenido y en la mesa de negociaciones se sentaran de nuevo Josu Ternera y/o sus representantes. Como así ocurrió: Txeroki fue detenido y unos meses después se reemprendieron las conversaciones de paz.

5) ¿Cómo fue posible que ETA reanudara las conversaciones de paz con Zapatero justo cuando éste ya estaba desahuciado en todas las encuestas y desde 2009 a ningún analista se le escapaba  que sería Rajoy quien le sustituiría? Evidente: ETA no iba a negociar con un gobierno desahuciado políticamente y que en año y medio debería abandonar el poder. Si ETA accedió a sentarse en la mesa de negociaciones de nuevo fue porque tenía la seguridad de que el proceso sería proseguido por Mariano Rajoy, quien debió de ser informado de las conversaciones y de cómo se desarrollaría el proceso. De no tener esta seguridad, ETA hubiera esperado a la formación del nuevo gobierno del centro-derecha para reabrir la negociación.

6) Y finalmente, ¿a qué viene esa rapidez en aplicar la sentencia del Tribunal de Strasburgo? Evidente: hasta la sentencia del Tribunal Europeo a Mariano Rajoy le era prácticamente imposible el empezar a aplicar uno de los puntos pactados: el inicio de la liberación escalonada de los presos… a pesar de que en los dos últimos años, con diferentes excusas, habían sido puestos en libertad varios notorios matarifes de la banda, simplemente para indicar a ETA la “buena voluntad” del gobierno y, al mismo tiempo, la imposibilidad de ir más rápido en la aplicación de la amnistía encubierta. La sentencia de Strasburgo ofrecía esta posibilidad. Y ha sido significativa la rapidez con la que las instituciones españolas la han aplicado, especialmente desde el momento en que se ha difundido la noticia de que la mayor parte de países europeos tienen sentencia de Strasburgo sin ejecutar durante más de cinco años y que en nuestro país hay también otras ocho sentencia que llevan más de dos años esperando ser ejecutadas. Es falso que “Europa” obligue a cumplir la sentencia. Lo que ocurre es que la sentencia facilita la explicación de Rajoy a su propio electorado (las víctimas del terrorismo, masivamente, le han apoyado hasta ahora).

¿Alguna conclusión? Evidentemente varias. La primera de todas es que en la “lucha antiterrorista”, nada es lo que parece. Pero hay un cabo suelto: la lógica y el sentido común. A lo largo de estas seis preguntas y respuestas hemos seguido toda la trayectoria de un gigantesco fraude a la justicia, a la verdad y a la esperanza. Un fraude que demuestra: 1) que no siempre ganan “los buenos”, 2) que aquello que la clase política dice no tienen ningún punto de contacto con la realidad, 3) que el Estado débil siempre negocia con bandas criminales si la negociación sirve para mejorar su imagen, 4) que los medios de comunicación, especialmente en estos momentos que precisas subvenciones y publicidad para sobrevivir, acceden a encubrir sistemáticamente las peores infamias de quien les paga y 5) que estamos asistiendo a una infame comedia en el que cada parte asume el rol que le corresponde (el PP expresando “dureza y resignación” por la sentencia, los etarras sacando pecho, el gobierno explicando que se ve “obligado a acatar la sentencia”) y en el que las únicas víctimas son 1) las víctimas del terrorismo 2) la verdad y 3) toda una sociedad que no se merece asistir a representaciones teatrales de tan bajo calado.

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