viernes, 12 de septiembre de 2014

Del 11-S al 9-N: de momento, empate



Info|krisis.- Si Rajoy pensaba que el independentismo catalán podía conjurarse recordando que la cúpula del nacionalismo histórico era una pandilla de salteadores de caminos (que lo es), es evidente que se ha equivocado. Hubo masas independentistas en la “diada” y, en contrapartida, la manifestación de Societat Civil Catalana en Tarragona fue mínima. Ahora veremos porqué hubo masas en la “V”. Pero lo importante es que Estado e independentismo catalán, en estos momentos, están empatados. Y lo peor es que ahora todo depende de lo que ocurra en ocho días en Escocia. Vamos a intentar resumir el estado de la cuestión a 12 de septiembre.

1. Hubieron masas en la calle...

De momento, la estrategia de Rajoy para conjurar al independentismo catalán se ha demostrado un fiasco. Ayer estuvieron presentes masas en la confluencia entre la Gran Vía y la Diagonal (entro tiempo, Avenida de José Antonio y Avenida del Generalísimo Franco, respectivamente…). Es evidente que 1.800.000 personas, la cifra manejada por la Generalitat es visiblemente exagerada (no hay en una Cataluña con 7.000.000 de personas, posibilidad material de reunir un 33% de la misma en Barcelona), pero incluso dando por buenas las cifras aportadas por el Gobierno Civil, se trata de la manifestación más masiva que ha tenido lugar en la historia de Cataluña.


2. ...Eran masas independentistas

A pesar de que los organizadores de la consulta reivindicaron el “derecho al voto” como tema de la manifestación, lo cierto es que en este momento “partidarios del referéndum” e “independentistas” suponen dos conjuntos que se superponen. En efecto, si bien no todos los que proponen la consulta son independentistas, la inmensa mayoría sí lo son. De hecho, si la Generalitat ha dado la cifra de 1.800.000 asistentes es porque, a fin de cuentas, esa es la cifra de votos que recibiría como mínimo el “Si a la independencia” en caso de celebrarse el referéndum del 9-N.

3. El “efecto Pujol” no basta

El escándalo del gang Pujol, lanzado “providencialmente” por el gobierno 50 días antes de la manifestación, ha hecho caer la infamia sobre CiU… pero no ha tenido el más mínimo impacto sobre el objetivo último del gobierno: desmovilizar el independentismo. Es más, ha sido contraproducente en la medida en la que el nacionalismo sociológico se ha ido radicalizando y abandonando los campamentos de CiU (partido político virtualmente deshecho) para desplazarse al sector independentista. De hecho, esta manifestación fue más masiva que en los dos años anteriores.

4. Empate político y concesiones

En la actualidad, estamos ante un empate en la competición insensata entre el independentismo catalán y el Estado Español. Éste ha conseguido hacer caer la vergüenza (nacional e internacional) sobre los gestores de la Generalitat en los últimos 34 años, pero, en contrapartida, la Generalitat ha demostrado que hay importantes masas populares apoyando el proceso independentista. Estamos ante un 1 a 1, peligroso resultado cuando se aproxima la fecha del 9-N y que deja pensar en que en un intento de salvar a CiU (en realidad, a lo que podría quedar de “nacionalismo moderado”), Rajoy negociará importantes concesiones y traspasos a la Generalitat (en la misma línea que el gobierno del Reino Unido ha propuesto para conjurar al independentismo escocés).

5. Debilidad del “unionismo”

En Tarragona no estuvieron presentes más de 8.000 personas (según las cifras de la Delegación del Gobierno), ni menos de 3.000 (según las cifras de la Generalitat). Unas cifras en cualquier caso, pobres, sino pobrísimas, menos que las que acudieron a la concentración “unionista” de la Plaza de Cataluña. Societat Civil Catalana no puede alardear de disponer detrás de un “músculo” parecido remotamente a lo que ha logrado movilizar el independentismo. Esto indica que los sectores sociales dispuestos a movilizarse contra el independentismo, tienen todavía mucho que andar. Han empezado tarde y les va a costar recuperar el terreno perdido, por mucho de que, históricamente, sus posiciones sean las justas y las del independentismo meras falacias.

6. El drama del PSC escenificado

El PSC dio libertad para acudir a estas dos concentraciones (la “V” de Barcelona y la unionista de Tarragona). A pesar de que la noticia es que Carmen Chacón estuviera presente en Cataluña y que en la “V” apenas asistieron dirigentes conocidos del PSC, lo cierto es que este partido se ha eclipsado en la calle antes de desplomarse en las próximas elecciones municipales de mayo. En ningún caso, la “tercera vía” socialista, ha demostrado disponer del más mínimo apoyo en la calle y se ha producido lo que denunciábamos desde hacía meses: que el desplome del socialismo español se ha iniciado en Cataluña.

7. El balcón del gang Pujol como símbolo de CiU

El 11-S las persianas del domicilio del gang Pujol en la Avenida del General Mitre han permanecido bajadas durante todo el día… con una bandera catalana horizontal situada a lo largo, símbolo de la insostenible posición de CiU. Como si el Estado Mayor del ejército que ha conducido la estrategia nacionalista en las últimas décadas pusiera las armas a la funerala y estuviera de luto. Lo más significativo de la nueva situación en Cataluña es que las dos fuerzas “constitucionales” hasta ahora mayoritarias (PSC y CiU) están en caída libre en este momento, mientras que ERC y Podemos se encuentran en fase de ascenso.

8. Ahora todo depende del Reino Unido

A la vista del empate entre “unionismo” e “independentismo”, la que, a plazo inmediato, podría suponer el que una de las partes tomara la delantera, serán los resultados del referéndum que tendrá lugar el día 18 en Escocia. Allí, obviamente, se han planteado las cosas de forma diferentes, a través de un consenso entre el gobierno de Londres y el nacionalismo escocés. Es evidente que si allí vence el SI, la posición del independentismo catalán se verá reforzada y, a pesar de que aún queda tiempo para el final del encuentro, habrá que contar en su haber con un nuevo tanto, un 2 a 1 desequilibrador. Se demostrará que una nueva nación está en curso de nacer en las islas británicas… en el territorio de la UE. Y si allí puede ser ¿por qué no aquí? A la inversa: si vence el unionismo, la posición del independentismo catalán se resentirá negativamente.

9. Fracaso de la estrategia de Rajoy

Si, hasta ahora, la estrategia de mostrar las vergüenzas y la corrupción del nacionalismo no ha logrado aminorar la carga del independentismo, y si la segunda táctica empleada (favorecer la aparición de organizaciones unionistas en la sociedad civil) está únicamente en su fase inicial y dista mucho para que logren arrastrar masas dignas de tal nombre, Rajoy tiene solamente dos posibilidades para mantener la unidad del Estado: una es poco, la otra decepcionante y pesará como una losa sobre el PP. Nos referimos al recordatorio de la apelación a la “legalidad vigente” (que tiene el mismo impacto que cuando los franquistas recordaban en 1978 que la marcha hacia la democracia era ilegal según las Leyes Fundamentales, remedo de constitución del régimen franquista) y a las concesiones político-económicas para desmovilizar temporalmente al nacionalismo. Rajoy no dispone de otra vía.

10. Inestable y grisáceo “unionismo”

El “frente unionista” formado por PP, una parte del PSC, Ciutadans y UPD, tiene poco arraigo en Cataluña y, para colmo, mantiene los prejuicios propios de las fuerzas que dieron vida a la constitución de 1978: marginar, por ejemplo, a PxC cuando manifiesta su voluntad de asistir a la convocatoria de Tarragona, como prolongación del “sin enemigos a mi derecha” que impusiera Manuel Fraga en 1978. Pero el PP y el PSC en Cataluña se han convertido en residuos de otros tiempo, exponentes del “ancien régime” fracasado. Y en lo que se refiere a Ciutadans y a UPD, su ascenso como “partido protesta” se ha visto bloqueado por la irrupción de Podemos. Además, el carácter de “centro izquierda” de ambas formaciones, el retraso en llegar a un pacto por culpa del personalismo de Rosa Díez y el estancamiento al que hemos aludido, no los configuran, ni siquiera en Cataluña (tierra originaria de Ciutadans), como alternativas sólidas.

11. Fracaso del Estado, éxito del gramscismo cultural

Detrás de la movilización independentista lo que subyace es el fracaso del Estado y de su concepción de “Estado de las Autonomías”, el fracaso del nacionalismo moderado que no es sino una etapa intermedia y previa del independentismo y, finalmente, el éxito del gramscismo cultural de la Generalitat. Lo realmente sorprendente es que las bases históricas del independentismo catalán son todas, sin excepción, una mera falacia (empezando por el significado histórico de la caída de Barcelona el 11 de septiembre de 1714 que no suponía otra cosa sino el hundimiento de las pretensiones austriacistas a la Corona de España, y terminando por el “Colón catalán” y la “Gioconda pintada al pie de Montserrat”...), pero esa falacia ha terminado siendo asumida por un amplio sector de la opinión pública catalana. Lo cual no la legitimiza, ni la convierte en realidad… Eso solamente ha sido posible por 35 años de paciente y tenaz mentalización de la opinión pública realizada desde los medios de comunicación catalanes subvencionados y por un sistema educativo que el Estado entregó al nacionalismo.

12. Mas entre la espada y la pared

La disyuntiva que se plantea a Artur Mas es insoportable: o respeta la legalidad del Estado y se opone a las masas que ayer estuvieron en la calle, o bien se deja arrastrar por esas mismas masas y termina ante los tribunales y/o desencadenando una situación de enfrentamiento abierto. En cualquiera de los dos casos, la posición de Artur Mas tiene mala salida (a ello se unirán nuevas noticias sobre la corrupción de la Generalitat que, sin duda, le salpicarán directamente) y hoy puede considerarse como un político amortizado, que irá a parar al basurero de la historia junto a otros ilustres mediocridades (empezando por Zapatero y terminando por Maragall, desde Aznar hasta Felipe González).

13. La vida sigue igual, la globalización también.

El éxito de la manifestación independentista no implica el que se haya implantado ya una frontera en el Ebro, sino simplemente, un empate político momentáneo. Los gobiernos del Estado lo han hecho muy mal en los últimos años y no es raro que haya oposición a “Madrid” en Cataluña (pues no en vano el gobierno español se encuentra en Madrid). En buena medida, las masas que estaban en la calle en Cataluña pidiendo la independencia son masas que protestan contra la crisis y que, educadas durante 30 años en el nacionalismo, creen que solos les puede ir mejor que acompañados por el resto de regiones de España. Esas mismas masas volverían a ser “unionistas” en una Cataluña independiente que no satisficiera las expectativas de progreso económico que les motiva hoy. Es inevitable que encuadremos estos acontecimientos dentro de la perspectiva mundial de la globalización: ésta precisa barrer a los Estados Nacionales que disponen de recursos jurídicos, institucionales, legislativos y coercitivos que supongan barreras a la globalización. Estados pequeños, inviables, débiles y cuyas clases políticas hayan demostrado altos niveles de corrupción, son mucho más manejables para los mentores de la globalización, que los actuales Estados-Nación. Y esto –la globalización y el mundialismo- no cambiarán, ni con Cataluña unida al Estado, ni con una Cataluña independiente.

14. Perspectivas sombrías de uno y otro lado

La única salida de que dispone Mas que le evite el riesgo de aventuras independentistas fuera de la ley y de ser arrasado por el independentismo al que él dio alas en los primeros meses de su gobierno, consiste en convocar elecciones anticipadas después de que el gobierno recurra la ley de consultas catalanas en los próximos días. Sabe que las va a perder (nadie puede ganar unas elecciones con la cúpula histórica de CDC a punto de sentarse ante los tribunales) y que va a arrastrar a CiU a la catástrofe y se resistirá a no agotar la legislatura: pero la envergadura de la manifestación de ayer y, especialmente, si en los próximos días, Rajoy se mantiene firme, no le dejan otra salida para evitar una estallido nacionalista en el más puro estilo Companys… Y una respuesta, al más puro estilo 11 de abril de 1934: a cañonazos ante la puerta del Palau de la Generalitat. Si Rajoy se siente acomplejado por la manifestación del 11-S y tiene la tentación de hacer más concesiones para evitar el enfrentamiento, tampoco parece que vaya a resolver gran cosa e incluso demostraría su lado más débil a la derecha de su propio partido. En los próximos meses, además, la posición de Rajoy se va a ir debilitando a medida que demuestre la falsedad sobre los “brotes verdes” económicos. La posición de Rajoy no es mucho más cómoda que la de Mas. La partida sigue abierta.


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