jueves, 28 de enero de 2016

Alain de Benoist opina sobre el origen del terrorismo yihadista


Info|krisis.- Traducimos unas declaraciones de Alain de Benoist sobre el yihadismo que ponen el dedo en la llaga. Una cosa es el yihadismo en Oriente Medio y otro el realmente existente en territorio europeo con un origen muy distinto. Para poder combatir al yihadismo es preciso reconocer dónde está el origen del problema. De ahí que los actuales Estados Europeos sean incapaces de identificar a un adversario que ellos mismos han generado al actual negligentemente admitiendo inmigración masiva y descontrolada y creyen que subvencionando a unos cuantos programas de "integración" por medio de asociaciones inexistentes, el problema se capeará...

Para que esta unidad nacional que se repite en nuestros odios desde hace días tenga un sentido, esto, precisa de la amenaza de un enemigo común. Pero ¿quién es, sabiendo que nadie lo ha identificado por el momento? Mencionar sólo al "terrorismo", sigue siendo un poco vago ...

Actualmente estamos presenciando gesticulaciones incesantes que hacen todo lo posible para no llamar al enemigo con su nombre. El concepto de que el enemigo se vuelve problemático desde el momento en que no queremos tener, porque nos hemos olvidado que la historia es trágica y queríamos para proscribir la guerra. Pero hay al menos otras dos razones para esta negativa de llamar al enemigo por su nombre. La primera es que esta designación parece políticamente incorrecta, pues es susceptible de "amalgamar" (palabra de origen árabe: Amal-jammâa). La segunda y más fundamental, es que la clase política no es ajena a su apariencia.


Francia ha cometido dos errores muy graves: la guerra en Libia que sumió al país en una guerra civil y la convirtió en un arsenal al aire libre y el caso de Siria, en la que apoyamos a los opositores de Bashar al Assad, que son los mismos islamistas que nuestras tropas que luchan en Irak y Malí. A esto se suma que "el Estado Islámico fue establecido por los Estados Unidos", como se recuerda sin rodeos el general Vicent Desportes, ex director de la Escuela Superior de Guerra, en el Senado el 17 de diciembre, y que el terrorismo no ha dejado de ser financiado por Qatar y Arabia Saudita, que consideramos a la vez como clientes y aliados.

En el caso de terrorismo doméstico, el problema es el mismo. Ya no estamos, en efecto, frente a un "terrorismo global", como experiencia en el mundo en el momento de apogeo de Al Qaeda sino como Xavier Raufer sigue repitiendo, nos enfrentamos a un terrorismo autóctono, realizado por la escoria de las banlieus que realizaron su aprendizage en el mundo e la deluncuencia antes de convertirse en bombas humanas bajo el efecto de adoctrinamiento o de una ilusión compartida. De Mohammed Merah a los hermanos Kouachi, este terrorismo es inseparable de la delincuencia (no es con petrodólares, sino con el producto de los robos de proximiad que los terroristas obtienen su Kalashnikov). La lucha contra "gangsterrorisme" implica apoyarse en la actividad policial contra la delincuencia. Sin embargo, si existen informaciones sobre este sector, no son explotados, precisamente por la negativa a admitir la realidad, es decir, que el terrorismo es una de las consecuencias de la inmigración. En Francia, en otras palabras, se ha segregado un nuevo tipo de terrorismo al dejar que se formara un ambiente criminal que escapa en gran medida al control de la policía. Por eso, estos terroristas, aún cuando eran vigilados, no se previó que pudieran pasar a la acción. Las directrices emitidas por la policía no eran buenas. Hemos preferido controlar Internet y especular sobre el regreso de los jihadistas de Siria u Oriente Medio en lugar de buscar informaciones sobre el terreno, en el corazón de las ciudades y las banlieus. Pero el problema no radica en el Yemen o Siria, sino aquí, en los suburbios.

¿Estamos en guerra?

 El terrorismo es la guerra en tiempos de paz. Y también, en palabras de Paul Virilio, la "guerra sin fin, en ambos sentidos de la palabra." En el extranjero, estamos en guerra contra el yihadismo, rama salafista terrorista del Islam. En Francia, estamos en una guerra contra el terrorismo interior, puro producto de la inmigración descontrolada que hemos dejado de desarrollarse como un caldero de las brujas de la que emergen escorias más o menos estúpidas, pasadas del gansterismo al Islam radical, luego del Islam radical a la yihad instintiva.

¿Quién puede creer que vamos a resolver el problema con "cursos cívicos" en la escuela, con cantos a la laicidad, consideraciones piadosas extraídas de la historia sagrada del "vivir juntos" o nuevas leyes en forma de exorcismos vudú "contra-todas-las-discriminaciones"? Sin embargo, es aquí exactamente donde estamos. La clase dominante se ha vuelto completamente prisionera de su incapacidad para ver los problemas de frente, causa principal de su indecisión (y de su consternación porque ya no sabe qué hacer). Pretende combatir contra un enemigo que no es capaz de reconocer porque sabe que es el Golem que él mismo ha engendrado. El doctor Frankenstein no puede luchar contra su criatura porque es... su criatura. Terroristas como Mohammed Merah (su prototipo) son los frutos de treinta años de angelismo y de ceguera involuntaria sobre la inmigración, de una "política urbana" cuyos costes ascienden a 100 millones de euros convertidos en humo tras haber sido distribuidos a asociaciones ficticias y de una "cultura de la excusa" que se ha convertido en cultura de la impunidad. 


© Entrevista realizada por Nicolas Gauthier - Traducida por Ernesto Milá para info|krisis - http://info-krisis.blogspot.com - Prohibida la reproducción de este texto sin indicar origen.