domingo, 29 de mayo de 2016

CATALUÑA: LA QUE SE LE VIENE ENCIMA A PUIGDEMONT



La dirección de la CUP (su “consejo político” y su “grupo parlamentario”) han presentado una enmienda a la totalidad a los presupuesto presentados por  Oriol Junqueras, conseller de economía y hacienda y vicepresidente de la Generalitat de Catalunya. El argumento es que “no son suficientemente desobedientes con el Estado”. Por lo demás, el resto de partidos políticos, también han manifestado su intención de no apoyar este proyecto de ley de presupuestos, con lo que Junts pel Sí tiene la posibilidad, o bien de rehacerlos hasta satisfacer las exigencias de algún grupo parlamentario o retirarlos.

La noticia es catastrófica para Junts pel Si (coalición que, en la práctica ha dejado de existir al presentarse en las próximas elecciones generales todos los grupos que la componían por separado) al evidenciar la imposibilidad de seguir gobernando con el apoyo exterior de la CUP o con su neutralidad. Parece difícil que en estas condiciones, y cuando ya han pasado cinco de los dieciocho meses para la “desconexión” que prometió el gobierno regional de Puigdemont, pueda seguir manteniéndose esta situación por mucho tiempo.


En primer lugar porque el apoyo de la CUP es inestable e imprevisible (además de la independencia, este partido presenta exigencias propias de la extrema-izquierda y sus frecuentes salidas de tono hacen que, a fin de cuentas, el gobierno Puigdemont carezca de iniciativa propia, sino que dependa del humor de esta coalición.

En segundo lugar porque la situación económica de Cataluña es crítica. En la semana que concluye la agencia de calificación Moody’s ha bajado un nuevo escalón el rating de la deuda catalán, pasando de Ba2 a Ba3. Así concluyó la revisión que comenzó el 3 de marzo pasado sobre la deuda catalana y que implica situarla al nivel de Nigeria o Bangladesh. Esta caída se debe, sobre todo, a la “incertidumbre, generada por la Generalitat para cumplir con sus obligaciones financieras, por el fracaso en transformar su deuda a corto plazo en deuda a largo plazo y por su debilidad fiscal a pesar del apoyo del Fondo de Liquidez. Otro de los argumentos que utiliza Moody’s para su descalificación es la inestabilidad del gobierno catalán que no anima a los inversores (dado que se encuentra en permanente minoría parlamentaria) y que harán difícil la “consolidación fiscal”. El dictamen es demoledor, no sólo para el gobierno Puigdemont, sino para la institución regional catalana: “es previsible que la calificación de la deuda siga bajando”.

En tercer lugar, las próximas elecciones generales, en las que exCiU (y próximamente ex CDC) obtendrán unos resultados pobres, previsiblemente por detrás de ERC, indicarán a las claras que la composición del parlamento regional ya no tiene nada que ver con la situación política real en Cataluña y tenderán a restar credibilidad y capacidad de acción al gobierno autonómico.


El futuro del gobierno Puigdemont es, como mínimo, tan negro como el de la independencia y hace prever unas elecciones anticipadas que supondrán el entierro definitivo del “proceso soberanista”.