viernes, 1 de julio de 2016

LA CUADRA DE LA PARTIDOCRACIA. ASÍ ESTÁN A 1 DE JULIO LOS PARTIDOS



 Si los españoles tenían una pobre impresión de los partidos políticos y de sus direcciones, a partir del 26-J esta impresión está aumentando. Divisiones en el interior de los partidos, silencio en otros, discurso autista en la mayoría, ausencia completa de autocrítica en todos. Una vez más: no se salva ni uno. Esta es la situación interior de la partidocracia española a 1 de julio.

PODEMOS: PINTAN BASTOS

El 9 de julio está prevista la reunión del “Consejo Ciudadano Estatal”, nombre de la dirección de Podemos. ¿Orden del día? Evidente: discutir el estudio de Carolina Bescansa sobre los resultados electorales y decidir la fecha del congreso extraordinario. Antes tendrá lugar la reunión de Iglesias con Izquierda Unida. A puerta cerrada, por supuesto. Iglesias será el encargado de informar al Consejo sobre la marcha del acuerdo con IU. Echenique, por su parte, ha enviado una relación de preguntas a responder: sobre todos los temas de actualidad que afectan al partido. Especialmente porqué han perdido más de un millón de votos en tan poco tiempo cuando la suma de votos de Iu les tenía que haber reportado millón y medio más.


Las posiciones están encontradas: el sector de Pablo Iglesias sostiene que la campaña fue “poco agresiva” y acusan a Errejón de de realizar un “discurso hueco”. Los asociados con Errejón, por su parte, sostienen que la coalición con IU fue una mala opción. Tales son las posiciones, difícilmente conciliables, especialmente en un momento de crisis interior y desmovilización de la formación.
Podemos está sometió a tres contradicciones internas: 1) la que emanan de los partidarios de una posición radical y los más moderados, “pablistas” y “errejonistas”; 2) la que emana de las “cartagenización” del partido en donde cada grupo autonómico tiende a buscar vías propias, políticas de alianza que más le convengan; y 3) la que emana de sus relaciones con otros grupos de izquierda: básicamente IU, pero también Equo, y ecologistas o fenómenos de las izquierdas locales como el SAT. Si tenemos en cuenta que estos grupos son, a su vez, coaliciones de grupos menores, la galaxia Podemos tiene que realizar la “proeza” de coordinar a ante 70 y 90 siglas diferentes. Eso podía hacerse en momentos de ascenso, cuando todo inducía a pensar que gobernarían las izquierdas, pero no ahora en la que los rostros de Errejón, Bescansa, Iglesias y demás, aparecieron como el fin de una ilusión.

A esto se unen las discusiones habitualmente ridículas propias de los partidos de izquierda: que si hay que apoyar más a los “movimientos sociales” (okupas, feministas, gays y lesbianas), que si hay que lograr que más mujeres estén presentes en la dirección, que si hay que ser más “anticapitalista”, que si hay que dar más presencia a la inmigración… Estas discusiones, que se habían mantenido larvadas en el interior de Podemos, mientras ha durado el sueño del sorpasso y del “frente de izquierdas”, ahora, con un liderazgo debilitado, han estallado con toda su violencia, especialmente en Andalucía y Madrid.

A fin de cuentas, lo que la experiencia de Podemos ha demostrado es que todo es una lucha por el poder: el que está en la cúspide, si fracasa, está hundido… pero se resiste a abandonar la plaza y culpa al resto de su fracaso. De ahí que, ahora mismo Iglesias quiera retrasar el congreso para ver si unas cuantas intervenciones en la Sexta y en la Quatro le permiten recuperar el prestigio perdido, mientras que los errejonistas quieren una congreso aprisa y corriendo. El resultado inevitable de lo uno y de lo otro será un desgaste progresivo de la organización. En cuanto al futuro del pacto con IU poco importa: se ha demostrado que IU es algo marginal. Y difícilmente, los cuadros de IU pueden entenderse con los que durante años han “chupado banquillo” en su interior y, al ver que el aparato de IU no les daba “chance”, optaron por fundar IU. El pacto, es agua pasada, como es agua pasada IU o las docenas de profesores universitarios y periodistas que aún figuran en Equo.

PSOE: AFILANDO SABLES Y COMETIENDO ERRORES DE PRINCIPIANTE

El PSOE se la está jugando. Le podía haber ido peor en las pasadas elecciones. El voto del miedo reorientó algunas bolsas de votos perdidas por el PSOE de nuevo hacia la formación socialdemócrata, llegados de Podemos, cuyos vasos comunicantes son obvios. El PSOE ha sobrevivido al sorpasso, pero está magullado y resentido: tiene la pelota sobre su tejado. DE ellos van a depender que Rajoy gobierne o que haya una tercera ronda electoral en diciembre. Lo primer le supondría una pérdida de apoyos, lo segundo, llegar todavía más debilitado.

No es raro que en el PSE hayan optado por la circunspección y el hermetismo: en realidad, ni Pedro Sánchez ni los “barones” saben qué decir. Cualquier declaración que hicieran suscitaría críticas desde el interior y dar muestras de problemas internos –que todo el mundo sabe que existen, pero que el PSOE siempre se cuida de enmascarar-. El próximo día 9 tendrá lugar el próximo Comité Federal en el que se analizarán los resultados electorales.

En este momento la actitud que suena como la que adoptará el PSOE será votar en blanco la investidura de Rajoy… lo que, según ellos, les permitirá controlar, sin comprometerse, la política del gobierno. Así pues, ya no habrá un “veto ineludible al PP”. Pero, esa postura correría el riesgo de costarle el puesto a Sánchez: el PSOE seguiría alejado del poder y con el riesgo de que Podemos se recuperara de su desplome moral interior y pasara a la ofensiva. Sería entonces el momento en el que los “barones” pugnarían por el cargo. Y Susana Díaz, en este momento, no figura en primera posición para aspirar a sustituirlo a la vista de que dos terceras partes de los votos perdidos por el PSOE lo fueron en Andalucía.

Fernánez Vara, el líder socialista extremeño, ha propuesto “consultar a las bases” para ver hacía donde quieren ir… pero, tras una derrota, las bases se contraen siempre y, por lo demás, el sentir de las “bases” suele ser muy diferentes de las intenciones de la dirección. Vara ha propuesto también lo que ha llamado “una abstención por la mínima” que implicaría, además de la abstención, la ausencia voluntaria de algunos diputados del PSOE para permitir que Rajoy fuera nominado. Esa actitud solamente sería válida si Rajoy no obtuviera ningún resultado de sus negociaciones con CC, PNV y Cs.

Pero donde el PSOE está peor, indudablemente, es en Cataluña. El PSC propondrá en su congreso de noviembre, celebrar un referéndum en Cataluña “a la canadiense” a la vista de que la propuesta socialista de “reformar la constitución” ha embarrancado por los resultados electores y España, al menos durante los próximos años, difícilmente será un “Estado Federal”. Estas declaraciones del responsable del PSC suponen el reconocimiento de que este partido “va por libre” y se desmarca completamente de la línea política del PSOE. Pero indican algo más: la indefinición de los socialistas catalanes ante el problema independentista. Si tenemos en cuenta que el drama de este partido en Cataluña ha consistido en ser un partido creado inicialmente por la burguesía catalana para “catalanizar” los votos de los trabajadores llegados en los años 50-70 a Cataluña, entenderemos su drama: desde mediados de los años 80, este partido puso su política al servicio del nacionalismo catalán, aspirando a ser su “vertiente social”. Esto explica suficientemente el por qué le ha costado tanto vencer en unas elecciones autonómicas y porque ha perdido toda influencia en el “cinturón industrial de Barcelona”.

Pero como rectificar es de sabios y en el PSC han optado por tropezar siempre en la misma piedra, “profundizan” en su línea de “referéndum soberanista para llegar al Estado Federal”, con el resultado que cabrá esperar: la irrelevancia.

CIUDADANOS O TARDAR EN ADVERTIR LO INEVITABLE

Parece difícil que Ciudadanos pueda obtener muchas ventajas de la actual situación. Con dos campañas electorales muy deslucidas y en las que, públicamente, se pudo percibir la inexperiencia y bisoñez de su líder y la falta de propuestas concretas del partido, sumido en un “centrismo” ecléctico, snob y cargante especialmente para los que ya conocieron a UCD y al CDS, habiendo perdido votos, diputados e influencia, la última carta de Rivera es reafirmarse en su voluntad de  constituir un gobierno “tripartito”, PSOE+Cs+PP… a la vista de que la opción que se barajó en diciembre de un gobierno PSOE+Cs es hoy inviable.

La cuestión es si, Rivera soportará las tensiones internas que van a generar los próximos quince días de conversaciones y si habrá entendido que la modestia y la autocrítica nunca están de más, especialmente cuando queda el recuerdo de los meses anteriores a la convocatoria de las últimas elecciones en las que había asumido el rol de “gran estadista”. Hoy la situación es muy diferente. Ciertamente, Cs no tiene la misma estructura organizativa interior que el PSOE y sus organizaciones regionales están compuestas por gentes que han llegaron a Cs con la vocación de tener la franquicia en su autonomía y poder hacer con ella lo que quieran. La falta de liderazgo de Rivera, el programa económico infumable de Garicano y los volte-faces constantes de Girauta, han arrasado la imagen de Cs. Siempre les quedará Inés Arrimadas, que no se ha quemado mucho en esta campaña… pero que, como en el caso de Rivera, solamente se mueve bien en el discurso antisoberanista catalán.

Parece evidente que el margen de maniobra de este partido se ha acortado extraordinariamente e incluso es posible que sus finanzas empiecen a estar resentidas. La Caixa no suele apoyar “malos negocios” y Cs, en este momento, lo es. ¿Qué ha fallado en Cs? Creer que el centrismo, esto es, el eclecticismo en política, llevaba a algún sitio y creerse las fábulas “oficialistas” sobre la transición española y sus bondades. Es posible que a nuevos electores que no vivieron aquellas fechas –Rivera entre ellos- aquello les pudiera sonar a música celestial, pero quienes lo vivimos sabemos que centrismo es igual a indefinición y caos.

Por poco savoir faire que tenga Rivera, su trabajo en las próximas semanas es escenificar cómo ponerse de acuerdo con el PP. Rajoy no le ofrecerá mucho: además, Rivera es plato de segunda ronda. Primero negociará con el PSOE e incluso con CC (1 diputado), antes que con él y lo hará cuando ya tenga el panorama suficientemente desbrozado. El problema es que si Rivera no se estrena como “miembro del gobierno”, puede dejar de aparecer en los medios de comunicación aumentando todavía la sensación de irrelevancia de su formación.